12 de noviembre. Natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz


Natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz

Una de las figuras históricas más sobresalientes y enigmáticas de la época virreinal, la encontramos en Juana Ramírez de Asbaje, a quien se le conoce popularmente como Sor Juana Inés de la Cruz, nombre religioso que adoptó cuando ingresó a su vida monacal en 1669.

Poetisa, escritora, amante del conocimiento; su personalidad no correspondía con la época en la que le tocó vivir y aun cuando fue desmeritada, asediada y asfixiada por una sociedad que no supo comprenderla, su legado pervive y cautiva hasta las más recientes generaciones.


Juana Ramírez de Asbaje nació el 12 de noviembre de 1648 en San Miguel Nepantla, localidad ubicada cerca de Amecameca, en el actual Estado de México. Fue hija natural o ilegítima –en términos de aquella época–; su madre, Isabel Ramírez, mujer criolla, procreó a tres hijas con el capitán vasco Pedro Manuel de Asbaje y Vargas Machuca: María, Josefa María y Sor Juana; a la separación de sus progenitores, doña Isabel estableció una nueva relación con el capitán Diego Ruíz Lozano, con quien procreó a sus medios hermanos Diego, Antonia e Inés.

De la mano de su abuelo materno, Pedro Ramírez de Santillana, llegó su acercamiento al mundo de las letras, pues no solo creció en las haciendas de éste, ubicadas en Nepantla y Panoayán, sino que se sumergió en las bibliotecas que ahí se encontraban.

En su mocedad dio muestra de creatividad e inteligencia, al escribir a los ocho años una loa eucarística; posteriormente, viajó a la Ciudad de México, en donde estudió latín durante 20 lecciones, para después, en 1665, ingresar a la corte novohispana al servicio de la virreina Leonor Carreto, marquesa de Mancera, en dónde asombró a propios y extraños con su agudeza mental y buena memoria.

Influenciada por su confesor, el jesuita Antonio Núñez de Miranda, en 1667 ingresó al convento de San José, perteneciente a la orden religiosa de las carmelitas descalzas; sin embargo, el 18 de noviembre del mismo año se ve obligada a abandonarlo por la dureza de los quehaceres, los cuales fueron mermando rápidamente su salud.

No obstante, Juana Inés decidió retomar la vida religiosa, con el propósito fundamental de cultivar y madurar su intelecto, e ingresó al convento de San Jerónimo de las hijas de Santa Paula como novicia. Es así que, el 24 de febrero de 1669 protesta como monja jerónima de coro y velo, en dónde pasaría el resto de su vida, aproximadamente 27 años.

En la parte final del Siglo XVII se dieron los años más fructíferos de la producción intelectual de la décima musa. Escribió villancicos entre 1676 y 1691; en 1683, en la Ciudad de México, se presentó una comedia escrita por ella y a la cual tituló: Los empeños de una casa, después de ganar un concurso en el que participó. Para 1689, gracias a la intervención de la virreina María Luisa Manrique de Lara, Condesa de Paredes, se publicó en Madrid un compendio de toda la obra de Sor Juana el cual llevó por título: La Inundación Castálida; ese mismo año se estrenó la comedia que escribió en colaboración con Juan de Guevara, titulada Amor es más laberinto.

En 1690, Sor Juana escribe su obra más crítica: la Carta Atenagórica, conocida más comúnmente como La crisis de un sermón, escrito en el que replicó teológicamente un sermón pronunciado por el padre portugués Antonio Vieyra en 1650; lo que le valió una reprimenda a su actividad intelectual de parte del Obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, quién tomó el pseudónimo de Sor Filotea de la Cruz y a quién Sor Juana le replicó de manera epistolar el 1 de marzo de 1691, explicando que su inquietud por el conocimiento se dio desde muy temprana edad y en dónde aborda el poema El sueño, compuesto por 975 versos, obra en la que plasma un viaje al conocimiento.

En 1692 se publicó en Sevilla el Segundo volumen de las obras de Sor Juana Inés de la Cruz y en 1693 escribe Enigmas para la casa do placer de las monjas portuguesas, última obra de la notable monja jerónima, pues a partir de ese año cesó su producción intelectual escrita, adentrándose en un silencio sepulcral.


Sor Juana Inés de la Cruz murió el 17 de abril de 1695 a causa de una epidemia de tifus que azotó la Ciudad de México y que alcanzó el convento de su orden.

En 1700, en la ciudad de Madrid se publicó Fama y Obras phóstumas del Fénix de México, décima Musa, Poetisa Americana Sor Juana Inés de la Cruz.

La décima musa recibió sepultura en el hoy ex templo de San Jerónimo de la Universidad del Claustro de Sor Juana. Es reconocida, indisputablemente, como una de las figuras más brillantes y connotadas del mundo novohispano.







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